Me piden que escriba algo, la primera entrada de algo que estoy descubriendo recientemente porque las nuevas tecnologías y comunicaciones no son lo mío: la primera entrada de mi Blog.
Pensando en el tema sobre el que escribir no se me ocurría nada; todo este tema me lo lleva una de mis mejores amigas propietaria de Runway Comunicación que, con gran paciencia, me va guiando. Así que, pensando en qué me gustaría saber si yo fuese uno de mis clientes…me voy a presentar.
Soy Paula y, como dice mi familia: nací veterinaria. Cuando era muy pequeña me daban mucho miedo los perros, cosa que mi madre (la mayor amante de los animales que conozco) no podía permitir, así que busco solución al “problema” y … adoptó un rottweiler!! Si, como lo leen, como se suele decir: corto por lo sano. Ay los rottweiler!…esos grandes desconocidos a los que tanto daño hizo la televisión, pero bueno, ese es otro tema que quizás toque en un futuro en las siguientes entradas.
A lo que íbamos: que soy la veterinaria y propietaria de la clínica Bichos. Me hice veterinaria porque los animales son mi pasión, en ellos encuentro el cobijo y la compañía que me hace falta, con ellos me siento…no se…mejor conmigo misma. Pero también soy veterinaria porque la medicina me encanta, disfruto con cada reto, con cada caso, sin importar el campo o la dificultad que pueda entrañar. Me encanta poder investigar qué les pasa a mis pacientes, aprender con cada caso, poder compartir con los propietarios todas las evoluciones y ver cómo mejoran y si no es así (ojala siempre fuesen a mejor) estar con mi cliente para ayudarle en lo que haga falta.
Cuando tenía 16 años, entro entró en mi vida una labradora canela de apenas un mes a la que llamé Luna, yo creo que ella pulió aquel deseo de mi infancia de ser, como decía de pequeña: medico de animales. Ella me enseñó lo que es la amistad verdadera sin esperar nada a cambio y me enseñó la responsabilidad que conlleva tener una vida a tu cargo; en parte pienso que, si soy como soy hoy, es gracias a ella.
Luna (dorada) y Noa
Pero también hubo otro acontecimiento que me marcó y terminó de hacer que me decidiera por ser veterinaria.
Hace muchos años, en la salida del metro de Nuevos Ministerios, en plena castellana, había un círculo de gente mirando algo con mucha expectación; cuando me acerqué, horrorizada vi lo que algunos señalaban: una galguita en muy mal estado metida entre los matorrales. No me lo podía creer, allí estaba y nadie se acercaba…pero la suerte de la galguita cambió cuando mi madre se cruzó en su camino. Mientras me mandaba a comprar agua y un barreño para el animal, localizamos una asociación que iba a mandar a unos “voluntarios” a por la perrita. Y aquí es donde vino mi inspiración: de aquel coche se bajó una señora de mediana edad con una manta y con lágrimas en los ojos tomo a aquella perrita envolviéndola como si del mayor tesoro del mundo se tratara, sin importar el estado en el que estaba, estado que anteriormente había hecho que la gente que la veía solo la señalara.
Lo tenía claro: IBA A SER VETERINARIA!!! Iba a aportar mi granito de arena como hacía esa señora y como hacen otros muchos, pero además no solo iba a ayudar, sino que yo tengo la inmensa suerte de que, mientras que lo hago, cumplí y sigo viviéndolo día a día el sueño que tenía desde que era bien niña: SOY VETERINARIA.
Una mañana de la residencia de los galgos
Así que, aquí estoy ya lo había logrado, ahora tocaba el siguiente paso: montar mi propio negocio. Hay muchas personas que me dicen que estoy loca, que ahora “la cosa” está muy mal y que es un riesgo muy grande… pues sí, pero como decía mi abuelo aquí quien no se moja el culo no coge peces. Si que es verdad que arriesgo, pero me levanto día a día con ilusión y “acojonamiento” por partes iguales (sin no me diese algo de miedito no sería bueno), sigo creciendo con cada caso, con cada persona y cada animal que conozco, todos me aportan algo de una manera y otra.
Y bueno, creo que lo voy a dejar ya porque he pasado de “no sé qué que escribir” a un no parar y tengo que dejar palabras para siguientes entradas.
En resumen, soy Paula y soy de las pocas personas que conozco que pueden decir que trabaja de lo que soñaba cuando era pequeña … el puesto de princesa ya estaba ocupado.
El Yayo